martes, 3 de noviembre de 2009

La Oración de todo Padre

La Oración del Padre
Dame Señor, un hijo que sea lo bastante fuerte para conocer cuando es débil, bastante valiente para arrastrarse a sí mismo al sentir miedo; que sea orgulloso e inflexible en la derrota; honorable, humilde y benigno en la victoria.
Dame un hijo cuyos deseos no ocupen el lugar de sus obras; un hijo que te conozca a ti y que sepa conocerse a sí mismo; esto es la piedra angular del conocimiento.
Condúcelo te lo ruego, no por el camino del ocio y la comodidad, sino bajo el acicate y el peso de las dificultades y la oposición.
Enséñalo a mantenerse firme en la tempestad y a tener compasión por los que fracasan.
Dame Señor un hijo cuyo corazón sea diáfano y cuya mirada sea alta; un hijo que sepa gobernarse a si mismo antes de pretender gobernar a otros; que sepa avanzar hacia el futuro sin olvidar nunca el pasado.
Y cuando le hayas dado todo eso, añade, te lo ruego, bastante sentido del humor para que pueda ser siempre serio, sin tomarse nunca demasiado seriamente; dale humildad, para que recuerde siempre la sencillez de la verdadera sabiduría y la mansedumbre de la verdadera fuerza.
Douglas MacArthur

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